Para el Acli-Colf en Italia hay al menos dos y medio millones de trabajadoras domésticas
di Elena Frigenti (elena.frigenti@libero.it)
Un ejército de más de un millón y media de personas, sobre todo mujeres extranjeras.
Este es el número de los colaboradores y colaboradoras familiares en Italia, reveló la Acli Colf, el sindicato católico que reune a las asociaciones comprometidas con las trabajadoras y trabajadores domésticos los cuales, a pesar de su importante y hasta delicada función, sólo en un 30% de los casos pueden realizar su labor de manera regular.
Para denunciar esta irregularidad y solicitar que se ratifique la convención internacional suscrita en Junio con la Organizacion Internacional del Trabajo (OIT), Acli-Colf, en ocasión del 150 aniversario de la Unidad de Italia, organizó en esta ciudad una mesa redonda. Luego de afirmar que es la primera vez que se trata este tema a nivel internacional, Raffaella Maioni, presidente de Acli-Colf, explicó que “la convención es un paso fundamental hasta el pleno reconocimiento de este trabajo y de sus derechos, horarios sostenibles, descanso semanal y contratación colectiva, pero que su internacionalización no basta si los Estados no ratifican el tratado y siguen considerando invisible el trabajo domestico”.
Detrás de cada colaboradora está una mujer con su historia personal: “Después de trece años en Italia -dijo a aQuí... Maria Pilar Tenorio, ecuatoriana, 36 años- aprendí a defendir mis derechos, pero aún ahora mucha gente me considera una extranjera, a la que se puede exigir todo, cuando a mi sólo me interesa hacer felices a las personas para las que trabajo”. Pilar es una colf-badante y tiene dos hijos de 15 y 18 años que viven y estudian en Ecuador: “Espero de quedarme aquí unos dos años más, y después volver a casa”. Más de 2 millones de familias italianas cuentan con una colaboradora domestica, 30% son latinoamericanas, sobre todo ecuatorianas y peruanas, pero a ninguna de ellas, ni siquiera a las regularizadas, se les reconoce el derecho al subsidio por enfermedad y maternidad, por no estar previsto por el sistema previdencial italiano.
“Hemos pedido a la nueva ministra del Welfare -anadió la doctora Maioni- hacer reformas pequeñas, pero significativas, como estimular la regularización de las colaboradoras domésticas, porque tenemos que invertir esta mala tendencia y empezar a ser ‘virtuosos’. Nada sin embargo cambiará si no se reconoce la ciudadanía a quien vive y trabaja regularmente en este país”.
Conceder la ciudadanía italiana a inmigrantes regulares y a sus hijos es uno de los tópicos de Acli Colf, pero también de la historia italiana : “En el 1861 el esfuerzo era una sola ciudadanía para los italianos, ahora es la ciudadanía a los migrantes, objetivo al cual, afortunadamente, también hoy se ha comprometido el Presidente de la República”, subrayó Raffaella Maioni.